Conoce a Javier

¿Dónde naciste y cómo fue tu infancia?

Javier Lozano
Javier Lozano

Nací en la Ciudad de México, que entonces se llamaba Distrito Federal, en junio de 1964.

Soy el mayor de cinco hermanos, cuatro varones y una mujer, que es la menor.
Mis papás son Javier y Elsa. Los dos originarios también la Ciudad de México. Mi padre ya murió.

Estudié la primaria, la secundaria y la preparatoria con los Hermanos de las Escuelas Cristianas (LaSallistas).

Fuimos muy cercanos toda la familia, con los abuelos, tíos y primos, tanto paternos como maternos.

¿Desde cuándo conoces a los Misioneros del Espíritu Santo, cuándo y por qué quisiste ser uno de ellos?

Cuando estaba en la Preparatoria conocí a los Misioneros del Espíritu Santo, en “El Altillo”, que está en Coyoacán, Ciudad de México.

Fui parte de la pastoral juvenil. Me sentía como en casa y vivía una experiencia de un Dios cercano, alegre y bondadoso, lo que no me sucedía en la parroquia cercana a mi casa.

Con el grupo al que pertenecía fuimos de misiones a un poblado en la montaña, acompañados por algunos misioneros del Espíritu Santo. Allá se vivía grande pobreza económica; no había siquiera energía eléctrica, ni caminos, etc. Iba yo pensando que les enseñaría muchas cosas a esas personas que yo suponía ignorantes, pero fue todo lo contrario: me enseñaron una alegría que no había yo siquiera imaginado; una bondad y sencillez que me llevaron a cuestionar mi manera de vivir y lo que esperaba de mí mismo.

En ese tiempo había decidido estudiar Administración y Finanzas en una Universidad de mucho prestigio… pero después de ese encuentro con aquellos hermanos y hermanas, ya no pude estar tranquilo y, pensar en dedicar mi vida, desde mi relación con Jesucristo, a compartirla con los demás, me llenaba de una muy grande alegría. Así que antes de iniciar la carrera universitaria ingresé a la Congregación. Eso fue en 1983.

¿Dónde estabas y qué hacías el año pasado por estas fechas?

El año pasado por estas fechas, estaba en Comalcalco, Tabasco, en el sureste de México. Era Párroco de la parroquia de San Isidro Labrador.

Es una comunidad muy viva, con una pastoral enorme y muy activa. En esa parroquia atendemos 31 “emitas”, que son capillas que abarcan, cada una, un territorio y una organización pastoral completa (niños, jóvenes, adultos, liturgia, pastoral social, etc.); 20 de ellas son de ambiente campesino, y las demás de ciudad. Para daros una idea, en el proceso de catequesis infantil y pastoral juvenil, allá acompañamos aproximadamente a cinco mil niños y niñas, y a unos dos mil adolescentes y jóvenes; todo ello, por supuesto, con enormes equipos de laicos y laicas.

Por estas fechas, hace un año, estábamos en el esfuerzo enorme de reactivar la vida parroquial, muy lastimada y detenida por la pandemia del covid 19.

¿Qué cambios te han sorprendido de la Parroquia de Guadalupe y de la ciudad de Madrid desde tu última estancia?

Madrid lo percibo más poblado, con más coches, con una mayor presencia de personas de todo el mundo. Me han sorprendido “rascacielos” que hace 20 años no estaban.

También veo una ciudad muy organizada, cuidada. Es una ciudad preciosa y llena de vida y encanto.

En la Parroquia me he encontrado con algunas personas ya muy queridas desde entonces. Ha sido un gusto encontrarnos… más viejitos, jejejeje. También yo.

Veo una Parroquia en búsqueda, con vida y fuerza, queriendo no permanecer en lo de siempre.

La Planeación Estratégica, con su diagnóstico y planteamientos, es muy lúcida; se ve que el Espíritu de Dios está allí moviendo. Percibo que esta planeación es una grande oportunidad, y que habrá de encontrar la manera de darle cauce a lo que allí han dicho.

Siento que me incorporo a una gran comunidad, una familia. Hay en la parroquia un ambiente agradable, que me hace sentir en casa.

Javier Lozano
Javier Lozano

¿Qué esperas de tu nuevo destino en Madrid?

Por ahora espero poder escuchar, aprender, dejarme conducir, y poco a poco irme sumando al caminar de las diferentes áreas y servicios.

Espero construir, junto con mis hermanos misioneros, una comunidad fraterna, alegre y generosa, y ser parte de la gran comunidad de Guadalupe.

Espero que podamos, juntos, entrar en el dinamismo de la “sinodalidad” y ser una presencia de esperanza en la Iglesia y sociedad de Madrid.