Finalizábamos el curso pasado echando de menos nuevas formas, nuevas maneras de hacer las cosas y más interacciones entre las comunidades. Así que no hemos podido empezar mejor que con un encuentro entre hermanos que ya “peinan canas” y los más jóvenes de la parroquia, para compartir ilusiones y ganas de trabajar.
Fue el pasado 1 de octubre, cuando comenzábamos el curso con “nuestro encuentro parroquial” y no decimos “el encuentro parroquial” sino “nuestro” porque es así como lo sentimos, el encuentro de todos los que formamos la Parroquia: agentes de pastoral, jóvenes y menos jóvenes, miembros de comunidades y de la formación básica de adultos y, por supuesto, nuestros mispis.
Lo primero que hicimos fue presentar el lema que nos va a acompañar y motivar durante el curso, “Aquí está tu hogar, siembra cosas nuevas”. Un lema que se presenta como una declaración de intenciones sincera, integradora y abierta. Así lo percibimos, sentimos y expresamos: frente a la casa cerrada, la casa abierta, a la que se entra y de la que se sale, casa que da y casa que recibe, casa en que se siembra y se recoge.
Y el encuentro hizo gala del lema a lo largo de toda la mañana, pues fue un encuentro diferente en el que tuvo cabida la oración, la originalidad, el compartir ideas y expectativas, y poder celebrar juntos la eucaristía. Fue dinámico y ágil; se nos invitó a participar y compartir en grupos la misión, la actividad que cada uno tenemos en Guadalupe en estos momentos; hablamos también sobre lo que hicimos el curso pasado, y terminamos con una lluvia de ideas sobre cómo proponer qué se podía hacer en nuestra parroquia de forma diferente. Los grupos fueron muy activos y surgieron muchas iniciativas que esperamos se pongan en práctica.
Una de las actividades más divertidas consistió en que cada grupo representase mediante una canción o una “estatua viviente” lo que queremos que sea “nuestro hogar”, nuestra parroquia. No faltaron ni ganas ni creatividad; hubo risas y aplausos, y quedó patente el talento colectivo que surge cuando se trabaja comunitariamente y compartimos lo que pensamos.
Tampoco faltó, como en toda fiesta que se precie, el alimento que nos une y sustenta: celebramos la Eucaristía que presidieron nuestros queridos misioneros.
Terminamos con la tradicional “patata”. Fue un momento que permitió los achuchones y la conversación con aquellos que hacía tiempo que no veíamos.
Animamos a quienes no pudisteis asistir a que lo hagáis y participéis activamente en los próximos encuentros. Os echamos de menos.
Comunidad EPHETA