Editorial

Dijo el escritor egipcio Naguib Mahfouz que «el hogar no es el lugar donde naciste, sino el lugar donde cesan todos tus intentos de fuga», es decir el sitio donde quieres quedarte; el sitio al que quieres volver.

Un otoño más, comenzamos un nuevo curso y queremos hacerlo sintiéndonos en nuestro hogar. Apenas han empezado las actividades parroquiales y ya hemos tenido la ocasión de compartir la Iglesia con la que soñamos, la que queremos que sea nuestro hogar: una Iglesia que acoja, que arrope; una iglesia dialogante, que trate con el mismo amor a mujeres y hombres, a jóvenes y mayores, a los de cerca y a los de lejos, a los que pecan y a los que todo lo hacen bien…

Desde este hogar, el Espíritu Santo que nos anima, nos impulsa a desarrollar la misión claramente expresada en nuestro objetivo parroquial: «formar la Comunidad Parroquial, comunidad de comunidades, animada por la Espiritualidad de la Cruz, que acoja y anuncie el mensaje del Evangelio, viva y celebre su fe y trabaje para transformar el ambiente en el que vive». 

Esta misión compartida supone un reencuentro con el Dios Trinidad, que nos hace criaturas amadas, hermanos y hermanas compasivas y prójimos solidarios; misión, compartida en el hogar, que no puede entenderse sin corresponsabilidad, sin caminar juntos, sin ser la Iglesia sinodal en la que nos propone trabajar el Papa Francisco. La sinodalidad implica una pertenencia a una comunidad que va más allá de un trabajo en equipo; supone que la vocación de todas las personas que forman parte de la parroquia (misioneros y laicos, los que vienen por primera vez y los que llevan muchos años apostando por ella) no es una vocación independiente, sino complementaria. 

Somos conscientes de que hubo quienes creyeron antes que nosotros y pusieron los cimientos de lo que hoy somos. Ello nos pone ante el desafío de conjugar lo que fuimos ayer (con fidelidad para custodiar lo esencial) con la audacia para, abiertos a la novedad y a los signos de los tiempos, poder dar respuesta a la sociedad de hoy. Para ello, necesitamos renovar lo que tenemos y, si queremos cosechar cosas nuevas, habremos de sembrar cosas nuevas. Todo con la certeza creyente de que el Espíritu es fiel, en palabras de Félix de Jesús: «todo lo ha hecho Él, lo demás, lo hará Él».

¡Sea bienvenido este nuevo curso!

ECO

(Equipo de COmunicación)