Hemos llegado a cumplir este tiempo. Cincuenta años de casados. Cuando iniciamos este camino, no teníamos ni idea de lo que el futuro nos iba a deparar. Habíamos sido novios durante 6 años y nos necesitábamos el uno al otro. En aquellos tiempos las parejas no teníamos intimidad, nos era difícil estar juntos y solos. Por eso, nos apetecía sobremanera poder compartir todo el tiempo que pudiéramos.
No es fácil transmitir todo lo que queríamos comunicarnos. Nuestra idea de la religión era bastante diferente a la actual. Dios, estaba presente en nuestras vidas, pero como un padre vigilante y que nos podía castigar si no nos comportábamos “convenientemente”. De todas maneras, sea por nuestra educación familiar, sea porque estábamos en Acción Católica, desde el primer momento quisimos que Jesús estuviera presente en nuestro matrimonio. Le invitamos a nuestra boda.
Ahora que han pasado tantas y tantas cosas, nuestro Dios es un Padre (ahora con mayúsculas) que está presente de otra manera. El entender de esta manera a nuestro Dios, ha sido un camino lleno de etapas. Y en ese comienzo aparece nuestra Parroquia de Guadalupe, como la que inició nuestra formación y enseñanza de nuestro nuevo Dios Padre.
Comenzamos yendo a la misa de los domingos. Nos parecía una celebración distinta a la de otras parroquias a las que íbamos. Así empezamos a asistir a reuniones y convivencias con otras personas a las que no conocíamos, pero por reiterar nuestra asistencia pudimos empezar a conocer a la Comunidad guadalupana. Recordamos con mucho cariño a Pilarín y Gerardo Burón, que fueron los primeros nombres que conocimos y estuvieron en el principio de nuestra andadura. También a Teresa y Juan Antonio Bello, con los que formamos el primer grupo de matrimonios.
Al igual que las cerezas, una acción encadenaba a la siguiente. Poco a poco nos fuimos involucrando en más acciones, reuniones, convivencias, etc. Fue un descubrimiento que nos ayudó para pasar situaciones difíciles, al tener a nuestro lado a las personas que nos brindaban su apoyo, cariño, consejo, etc.
Y a partir de ahí… empezamos a sentir el influjo de los Misioneros. Gracias por haber conocido a (Σ de A – Z): Aquí están todos y no olvidamos a ninguno. Han ido formando las etapas de nuestras vidas. Los escalones, a pesar de que los años hacen más lenta nuestra ascensión, al estar ellos siempre cerca, se nos han hecho más fáciles.
Primero pasaron sin darnos cuenta los primeros veinticinco años. Y celebramos las Bodas de Plata, estuvieron presentes Charli, Fernando, Raúl y Roberto. Y sin darnos casi cuenta, han pasado cincuenta años y celebramos las de Oro. Y hemos vuelto a sentir la cercanía de los Misioneros, ya que han querido estar con nosotros Fernando (que repite), Giancarlo y Gonzalo. Además vino desde Brasil, nuestro primo Alfonso, también sacerdote que esta vez pudo concelebrar. De verdad que fue un día redondo y en el que nos sentimos muy felices de estar juntos.
Gracias a todos por estar presentes en nuestras vidas. Por dejarnos conoceros y vivir la Vida. Vivir con tantas personas que hemos conocido, participado y disfrutado con ellas.
Gracias a la Pastoral Familiar, que fue el lugar donde iniciamos nuestro camino. Gracias a la Pastoral de Adultos, que es donde ahora continuamos con nuestro grupo de matrimonios: Talitha Kumi. Con ellos empezamos nuestro “equipo”. Así se llamaban, cuando se empezaba la andadura de un grupo de personas, que querían compartir la fe, la vida, el compromiso y hacerlo con otros que tenían el mismo deseo. Los hemos tenido siempre cerca cuando hemos necesitado algo. Gracias a todos ellos.
Hemos podido celebrar aquí, bautizos de nuestros sobrinos, bodas de hijos de amigos, bodas de plata, bodas de oro, y acciones de gracias por la vida de personas de la comunidad que se han ido, dejando su amor, cariño y recuerdo. Gracias porque nos sentimos parte de esta Comunidad Parroquial. Gracias por habernos permitido estar presentes aquí, durante la mayor parte de nuestras vidas.
Desde lo más profundo de nuestro ser, os damos a todos y cada uno de los que conocemos nuestro cariño y agradecimiento. Estaremos junto a vosotros el tiempo que nos permita nuestra salud. Gracias Parroquia de Guadalupe. Gracias Comunidad de Misioneros del Espíritu Santo, Gracias Comunidad Parroquial, Gracias Talitha. Gracias comunidades. Gracias hermanos en la fe de Jesús.
Fernando Arnaldo.