Tras un largo y rico camino que para algunos de nosotros empezaba en precomunión, el pasado 29 de septiembre celebramos llenos de alegría que ¡ya somos comunidad! Fue una celebración sencilla y cargada de humildad, en la que recordamos cómo ha sido nuestro camino como grupo y cuáles son nuestras señas de identidad. La quisimos compartir con todas y cada una de las personas que nos han acompañado en este proceso, tanto las que pudieron asistir como las que no. ¡A todos os tuvimos muy presentes!
En nuestro crecimiento en la fe y como grupo ha tenido mucho que ver todo el proceso pastoral de Guadalupe, desde Génesis, donde empezaron nuestros miembros más veteranos, hasta la Juvenil, pasando por las primeras tribus que tuvo Éxodo: José, de los sueños, y Benjamín, de la ternura; ambos, valores que nos han ido acompañando durante nuestra trayectoria.
Dos años han pasado ya desde nuestras incorporaciones más recientes, que nos han convertido en una comunidad diversa en caracteres y carismas. Qué suerte que eso, lejos de marcar distancias entre nosotros, enriquece nuestro grupo y nuestra fe compartida. Porque así queremos vivir nuestra fe, compartiéndola en el seno de nuestra comunidad, y también en nuestra parroquia, cuya propuesta de fe viva y activa nos ha cautivado desde el principio de nuestro proceso. Y, especialmente, llevándola más allá de las paredes de Guadalupe, para que no se aísle del mundo y pueda crecer cada día un poco más. Esto es lo que nos llevó a los once que hoy formamos Djembé a decidir formar comunidad.
El servicio y el encuentro con los demás han calado hondo en nuestra esencia comunitaria desde el principio. Tras nuestra primera experiencia como grupo en una de las casas del Cottolengo del Padre Alegre, quisimos seguir construyendo Reino como comunidad, prestando nuestro servicio dentro de Guadalupe y también conociendo otras realidades fuera. Precisamente, una de las experiencias más enriquecedoras para nosotros fue en Ceuta este mismo año, donde tuvimos la oportunidad de acercarnos a una realidad tan dura como la de los migrantes que lo dejan todo en sus hogares con la esperanza de conseguir un futuro del que se les había privado. Como ya escribimos en «Boza, el grito que derriba los muros», volvimos removidos y con la certeza de hacer de la acción social, imprescindible en nuestra Iglesia, un pilar de nuestra comunidad.
Este y otros encuentros con África terminaron motivando nuestro nombre, Djembé (se pronuncia «yembé»), que resume lo que nos caracteriza como grupo, como comunidad: el encuentro cálido, la entrega sencilla, la fe viva.
¿Y por qué Djembé? Un djembé es un instrumento de percusión de origen africano. Su sonido nos recuerda que no queremos vivir una fe estática, pasiva, sino que queremos actuar, denunciar, acompañar desde la fe tantas realidades que, como la de los migrantes africanos, sacuden a nuestro mundo. Y no solo con quien nos resulta fácil o cómodo, sino también con aquellos con quien nos supone un desafío.
Queremos que este nombre vaya más allá de la cultura africana, pues un djembé es música, es encuentro cálido, es fiesta. Queremos que nuestra comunidad sea lugar de encuentro, abrazo del Padre, entrega a los demás. Porque nuestra fe no existe ajena al mundo en que vivimos, sino que, con la fuerza del Espíritu, se une a él para dar hasta la última percusión.
Damos gracias al Padre por habernos convertido en una comunidad de jóvenes cristianos ilusionada, soñadora y en búsqueda. Él es nuestro centro, y su Espíritu nos lleva a compartir la vida como hermanos y a sentar una base fuerte sobre la que construir Reino. Queremos ser sus manos y sus pies; luz del mundo y sal de la Tierra.
Creemos en un Dios que está en el mundo que nos rodea, en las personas que lo forman. Y sois tantos y tantas los que, de innumerables formas, habéis ido aportándonos distintos matices a nuestra identidad comunitaria: nuestras familias, todos quienes habéis pasado por nuestro grupo, los Misioneros y, por supuesto, todos nuestros acompañantes en la pastoral de Guadalupe. Esta comunidad es fruto de las plantitas que habéis ido regando con vuestro tiempo, cuestionamiento, apoyo, comprensión, tirones de orejas y ocio y vida compartida. Solo podemos sentir agradecimiento y seguir celebrando nuestra andanza como comunidad.
¡Gracias por hacer de Djembé lo que hoy somos!
La nueva comunidad Djembé