Fue el 10 de junio, un caluroso sábado, cuando estaba convocada la Asamblea de la Pastoral de Adultos en la que celebraríamos el final del curso 2016 – 2017. Un momento más para compartir con otros amigos y hermanos de la parroquia.
Quisimos participar porque es una ocasión de hacer realidad que queremos formar una comunidad de comunidades, que queremos estar juntos y darnos un abrazo al llegar y al marcharnos, porque queremos sentirnos partícipes del Espíritu que se respira en esas reuniones.
Y a las 10:45, comenzó la Asamblea. Un hecho a resaltar: ¡qué fuimos casi puntuales! Y, eso, ya era un buen presagio. Casi un centenar de personas había tomado asiento para empezar.
Para calmarnos y crear un ambiente tranquilo y reposado, Alberto, un profesor de yoga que se ofreció a ayudarnos, hizo que fuéramos conscientes de nuestros cuerpos y nos centráramos en dónde estábamos, para qué estábamos allí. Música, relajada y tranquila y sonidos del bosque, de pájaros, agua…
Nuestra oración tenía como objetivo hablar y escuchar a nuestro Padre. En lo profundo. En nuestro interior. Y así escuchamos:
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
Y dijimos:
“…queremos encontrar soluciones a los problemas que tienen nuestros hermanos. Conformar nuestro ser y vida para optar por los pobres y sencillos y estar dispuestos a colaborar para que nuestra parroquia sea amiga de los pequeños, de los pobres, de los que pasan calamidades; para que todos los que sufren encuentren acogida y respeto…”
Oración que, con sencillez, quería comprometernos.
Después de este tiempo de oración, Fernando Artigas nos fue presentando a las personas que se habían integrado en las nuevas comunidades. Un total de 21 personas que ya forman parte de nuestra Pastoral de Adultos.
A continuación, Ángeles desarrolló y explicó el plan estratégico que se había preparado para este curso: Potenciar la interrelación entre los miembros de comunidades y grupos, estar atentos a los colectivos de territorio parroquial, potenciar el crecimiento numérico, potenciar el acompañamiento y potenciar la formación. Explicándose como los ángeles, fue enumerando todo lo que ha ido ocurriendo durante todo este curso. Cada uno de los puntos fue evaluado por los asistentes, asignándole una tarjeta verde o roja, según la consideración de conseguido o no.
Al final, el cartelón que había servido para explicar y recoger los puntos, había logrado siete indicadores de “verde/conseguido”. Solamente dos puntos “rojo/no conseguido” nos recordaban que “tenemos que compartir experiencias en las Asambleas de Representantes y trabajar el acercamiento a la Espiritualidad de la Cruz”.
Ha sido un año muy positivo y se ha respondido a lo propuesto al comienzo del año. Damos gracias por haber estado dispuestos un año más a fortalecer nuestras relaciones, abrirnos a todos los que desean participar en nuestra parroquia y seguir potenciando el ser una parroquia abierta.
Tuvimos que cubrir tres vacantes que quedaban en el Consejo Pastoral y se realizaron las votaciones de tres nuevas consejeras. Bienvenidas sean Inés de Tabish, Belén de Ruatalí, Ana de Serendipity. Gracias por vuestra disponibilidad para realizar este servicio.
Ya cerca de las 12:00, paramos un poquito para poder tomar un café y cambiar los tickets de aparcamiento.
Y después de este descanso y de los momentos de distensión, entramos en otra parte importante de la Asamblea. Fernando Artigas fue el encargado de presentarnos el Plan Estratégico de Misión, que se había preparado en México. Un folleto que resume en diversas fichas lo que la Parroquia intenta realizar para llegar a conocer hacia dónde dirigir los pasos para los próximos tres años. Un reto y una labor en la que hemos de colaborar y trabajar todos.
Se nos invitaba a la Pastoral de Adultos, a desarrollar la ficha marcada con el número dos que tiene por objeto: “lograr que el equipo parroquial pueda describir las principales problemáticas del entorno que nos rodea, en los aspectos económicos, político, social, cultural y religioso. Y, una vez estudiados, reflexionar para descubrir los desafíos o las oportunidades que esas problemáticas presentan.”
De manera clara y pedagógica, Fernando nos presentó cómo desarrollar el trabajo. Ya que habíamos iniciado la mañana relajándonos y orando en la naturaleza, ahora nos presentaba un bosque donde encontramos cinco grandes árboles que definen y conforman nuestro ecosistema: los árboles de la economía, política, cultura, ecología y religión. Para lo que debíamos analizar la “salud” de cada uno de ellos.
Y, aunque de árboles se trataba, no debíamos irnos por las ramas, por lo que se nos indicó que había que definir la principal situación o problema de cada árbol. Las raíces serían las causas y sus consecuencias los frutos en las ramas. Así que nos dividimos en ocho grupos para poder dialogar y decidir cuál era la principal problemática del árbol que se nos había asignado, apuntándola en el tronco.
Mediante cartulinas y papeles adhesivos (bueno, adhesivos gracias a la cinta que los sujetaba), los participantes fueron llenando los coloristas árboles y que iban presentando en sus raíces, lo que se consideraban las razones del problema y lo que eso producía en forma de consecuencia o fruto en el follaje de las ramas.
Esto será parte del material que servirá para realizar nuestra “planificación estratégica”. Durante una hora los diversos grupos debatieron y trataron lo solicitado.
Pasado el tiempo asignado, cada grupo había llenado su árbol con los papeles que definían las causas en las que se encontraba cada árbol y los frutos o consecuencias de cada situación. Añadiendo a ello la oportunidad o reto que se nos presentaba ante tal circunstancia.
Un portavoz de cada grupo presentó a la Asamblea un resumen del trabajo realizado. Un excelente trabajo, que servirá como inicio y documentación de apoyo cara al próximo curso.
A eso de las dos de la tarde, después de una jornada intensa y formativa, montamos nuestro comedor. En torno a cinco mesas fuimos colocando lo que teníamos y así pudimos ir saboreando la “tortilla del abuelo”, la ensaladilla casera, una buena empanada, además del jamón, el queso, las aceitunas y una sustanciosa bebida.
Todos los que pudimos quedarnos, disfrutamos de nuestra comida en común y damos gracias por ello. Pero, sobre todo, damos las gracias a la coordinadora que, año a año, se esmera para celebrar nuestra Asamblea de Pastoral de Adultos.
¡Ah!, y reservad el 18 de noviembre, que tendremos la oportunidad de nuevo de estar juntos. Una vez más, gracias.
Fernando Arnaldo. Coordinadora PA