¿Recuerdas la Segunda Guerra Mundial? Fue hace mucho tiempo, tal vez no hubieras nacido entonces. Nadie sabe a ciencia cierta cuántas personas perecieron por su causa, se calcula que entre 70 y 100 millones. Los historiadores aún continúan investigando el número total de personas que se vieron obligadas a abandonar sus hogares, granjas y ciudades. Desde todos los puntos de Europa y hacia todas las direcciones posibles.
Pues bien, setenta y cinco, ochenta años después, el mundo vive de nuevo un éxodo gigantesco y sin final. El mayor desde entonces. Nuevamente, millones de personas; nuevamente, huyendo de la guerra, de la persecución religiosa o racial.
Cuando estalló la guerra civil en España, o la Segunda Guerra Mundial en Europa, cuando las hambrunas de principios de siglo XX o de la posguerra, igual daba si eras ingeniero o peón, la única aspiración era poder darle un futuro a los tuyos.
Yo, por ejemplo, soy hijo y nieto de inmigrantes. Pero seguro que tú también. Si naciste en Madrid, ¿cuántos de tus abuelos son también de aquí? ¿y de tus bisabuelos? ¿Por qué crees que vinieron? ¿Cómo fue su viaje? ¿Cómo llegaron? ¿Con mucho equipaje, con lo puesto? ¿Cómo fueron sus inicios?
¿Lo ves? Es una historia tan antigua como el hombre: las personas nos movemos buscando una mejor vida, cuando no simplemente sobrevivir. Abraham sale, a instancias de Dios, de Mesopotamia; y es justo entonces cuando nace su Alianza. Dios se hace presente en la vida de Abraham justo cuando éste se ve forzado a salir de su tierra.
¿Cuánto tiempo se tarda en llegar desde Siria, Irak o Afganistán, hasta España? No me refiero a horas de vuelo. Los refugiados van viniendo como pueden: esquivando pasos fronterizos, las mafias, los bandidos y los que buscan aprovecharse de ellos, las personas más vulnerables que podemos imaginar. ¿Cuánto puede tardar en alcanzar España un muchacho chadiano, somalí o congoleño? ¿Cuántos mueren en el camino? ¿Cuántos mueren en el más absoluto de los olvidos, en la profundidad del mar o en la soledad infinita del desierto?
Mañana, hoy, ahora, bombardean tu barrio. Parece imposible, ¿verdad? Es lo mismo que podría estar pensando hace no muchos años cualquier familia de Damasco o Alepo. Imagina que tienes que salir con apenas la ropa que llevas puesta, y comenzar un lento y peligroso viaje, de varios años, sin destino claro, bajo la expectativa de ser rechazado por los países de destino.
No discuto ni razones ni políticas. Aunque en este punto, no se me ocurre nada mejor que acudir a las palabras de Jesús de Nazaret: “porque fui emigrante y me acogisteis” (Mt 25,35). No parece que Jesús tampoco lleve su reflexión más allá de lo verdaderamente importante: fui emigrante y me acogisteis.
Se da precisamente el caso de que hoy, ahora, en nuestra ciudad, muy cerca de nosotros, hay familias que necesitan ser acogidas. Hace muy pocas semanas, durante la Asamblea de Pastoral de Adultos de Fin de Curso, tuvimos la visita de la Fundación San Juan del Castillo – Pueblos Unidos, entidad perteneciente al Servicio Jesuita a Migrantes. Durante esta visita, Iván Lendrino, su director, nos estuvo hablando del Programa Hospitalidad.
Este Programa Hospitalidad es una de las respuestas que desde el SJM se están tratando de articular frente a la llamada “crisis de los refugiados”. Su finalidad, y aquí Guadalupe y sus comunidades podemos jugar un papel muy importante, no es otra que la de constituir “Comunidades de Acogida”, grupos de personas como tú y como yo, que quieran poner en marcha un proyecto de acogida e integración de una familia refugiada. El Objetivo del Proyecto es acompañar a estas familias en su proceso de inserción en nuestro país. Proceso que implica aspectos legales, educativos, sociales, médicos…, y que se pretende que finalice en un plazo de dos/tres años según cada caso, con la plena inclusión legal, socioeconómica y cultural, esto es, con la plena autonomía en su vida, en su nuevo hogar.
Las Comunidades de Acogida se componen de aproximadamente unas 10-30 personas; se trata de proyectos comunitarios, donde todos los voluntarios se reparten las distintas tareas y responsabilidades que la acogida de una familia refugiada supone. Junto con Pueblos Unidos y el resto de contactos del Servicio Jesuita a Migrantes, se proporcionará casa a esta familia, normalmente a través de la red de pisos que algunas congregaciones religiosas disponen en Madrid para ser cedidos en condiciones ventajosas para este tipo de proyectos. La Comunidad de Acogida y aquellas otras personas que deseen colaborar económicamente con ésta, se harán cargo de la cobertura de todas las necesidades básicas de la familia (alquiler del lugar de residencia, aportes económicos, gastos de transporte y tarjetas de metro/bus, alimentación, suministros, etc.).
Lo más importante, sin embargo, es el aspecto de acompañamiento humano: compartir y acompañar la vida con la familia, a lo largo de diferentes momentos de la semana, para facilitar la inclusión de la familia en la sociedad madrileña (ocio, redes de apoyo…), la ayuda y asesoramiento en cuestiones prácticas (gestiones y trámites médicos, sociales, escolares, empadronamiento…), el acompañamiento en necesidades concretas formativo-educativas (aprendizaje del idioma, refuerzo escolar niños-as, etc.).
Desde el Proyecto Hospitalidad de Pueblos Unidos se asumen todos los elementos técnicos que implica el acompañamiento social, jurídico, formación y empleo; así como el apoyo y acompañamiento a la Comunidad de Acogida.
Las personas a las que va dirigido este proyecto son familias refugiadas/ migrantes con niños-as en situación de vulnerabilidad. Criterios de vulnerabilidad: familias monoparentales, mujeres víctimas de violencia de género, número de niños-as, discapacidad, etc. También se puede dirigir a personas que, por diferentes circunstancias, han agotado las ayudas estatales para solicitantes/ beneficiarios de protección internacional (sistema de acogida) y no han conseguido los objetivos de inclusión social/ autonomía (acceso al mercado laboral/ vivienda digna, etc.).
Desde el Grupo de Acción Social de Guadalupe deseamos apoyar y promover este proyecto entre nuestras comunidades. De hecho, es muy importante destacar que la Comunidad Desvelados, perteneciente al área de Pastoral de Adultos, lleva embarcada en un proyecto de Comunidad de Acogida ya dos años. De hecho, uno de sus miembros también participó en el encuentro compartiendo su experiencia con todos los que estuvimos.
Creemos que este verano que ahora comienza supone un excelente momento para que comunidades y/o personas individuales nos planteemos la posibilidad de integrarnos o de iniciar un proyecto de Comunidad de Acogida.
Pensad en todas aquellas riquezas y conocimientos que todos y cada uno poseemos, no sólo individualmente sino también en equipo, en grupo. Pensad qué importante y hermoso sería poner tales riquezas a disposición de aquellos que hoy han llegado a nuestra ciudad, huyendo de la guerra, el hambre o la violencia. Recordad, recordad las palabras de Jesús: “Fui emigrante y me acogisteis”.
Carlos Santa María, Grupo de Acción Social
Podéis ver un pequeño fragmento del programa Pueblo de Dios – Misión en la Ventilla (minuto 7:00 a minuto 8:45) en el que se habla de este proyecto (aunque, si tenéis tiempo, os recomendamos ver el programa completo).