Editorial

“Año nuevo, compromiso renovado”

Año nuevo, vida nueva. Eso dice el dicho tradicional. Y es que el sentimiento de renovación asociado al final de un año y el comienzo de otro es algo muy antiguo y muy profundamente enraizado en nuestra naturaleza y nuestra historia.

El tiempo tiene una importancia determinante, nos condiciona de manera radical y marca el transcurrir de nuestra vida y, con ello, la posibilidad de darle verdadero sentido.

Cada año que comienza nos hacemos miles de propósitos de cambio, nos imponemos nuevas metas o emprendemos actividades y proyectos diferentes. No siempre somos capaces de tener continuidad, llevarlos a buen puerto, cumplir los propósitos o, en ocasiones, ni tan siquiera empezar a hacerlos realidad… Pero está bien. Es bueno que, al menos, hagamos una pequeña reflexión encaminada a descubrir qué estoy haciendo yo con mi tiempo; si lo estoy aprovechando o malgastando. Si estoy siendo capaz de hacer fructificar mis “talentos”.

Quizá lo más importante sea que cada año que empieza seamos capaces de renovar nuestro compromiso con lo verdaderamente trascendente que hay en nosotros, con el eje fundamental de nuestra vida. Que reforcemos los lazos con los nuestros, que afiancemos nuestra confianza en el buen Padre Dios, que consolidemos nuestro compromiso de entrega a aquel que nos necesita. Ese que está a nuestro lado, que camina codo con codo con nosotros o… tal vez no; aquel que quizá está lejos, pero necesita de nuestra ayuda para ser cada día un poco más fuerte, sentirse un poco más libre o tener un poco más de dignidad.

¡Feliz año a todos!

Despedida y … GRACIAS

Llegó el momento de cerrar una nueva etapa en mi vida… el momento de la Jubilación.

Parece mentira: 32 años, 11 meses y 15 días. Más de 12000 días… La mitad de mi vida en esta “santa” casa. ¿Quién me lo iba a decir?

Miles de vivencias, de rostros, de historias… Creo que es el momento de escribir mis memorias, pues, aunque a algunos les parezca que mi labor es rutinaria y aburrida, el trabajo en esta parroquia es de lo más variado.

Llevo en mi corazón y en mi mente las historias de los cientos de chavales que se han preparado y han hecho su Primera Comunión en estos años. Los jóvenes y adolescentes a los que he visto crecer, emparejarse, casarse y que vuelven a traer a sus hijos a bautizar y a hacer su Primera Comunión… en la rueda sin fin de la vida.

Las miles de personas que han pasado por las comunidades de Guadalupe. Las que siguen, a pesar de los años y los achaques. Las que desaparecieron un buen día a sembrar en otras comunidades o rincones del mundo. Las que reaparecen, pasado un tiempo, y exclaman: “¡Caramba, Laura! ¿Todavía sigues aquí?”

El otro día me ocurrió una anécdota que resume bien lo que todos me habéis comunicado en un momento u otro de estos últimos meses: Un hombre, a quien solo conozco de momentos puntuales en mi despacho, se enteró casualmente de que ya me jubilaba y, aunque nuestra relación hasta ahora había sido meramente “administrativa”, me dio dos besos y, deseándome buena suerte, me dijo: “La echaremos de menos”.

Sí. Creo que yo también os echaré de menos, pero llega el momento de la despedida y de dar GRACIAS: lo primero, a nuestro buen Padre Dios, que me puso en el camino a Guadalupe; después, a todos y cada uno de vosotros, que me habéis “dado la lata” a diario con vuestras consultas y vuestro cariño… A todos, laicos, religiosos y sacerdotes que, de una u otra manera, habéis ensanchado mis horizontes y mi corazón.

Como ya dije en una reflexión que escribí cuando se cumplían mis Bodas de Plata:

“Mi cabeza es un collage de caras, nombres, historias… Y mi corazón es como una de esas colchas que tejían nuestras abuelas con mil retales de lana e hilos de colores: un auténtico «patchwork» formado por montones de cachitos de corazones de tantas personas como han pasado por esta santa casa.”

GRACIAS a todos los que habéis estado y estáis por vuestro cariño y afecto. Querría, si pudiera, abarcaros a todos en un gran abrazo.

Laura Ramos, 14 de diciembre de 2017

 

Guadavisión 2017 (algo más que cantar villancicos)

Este artículo tiene dos grandes objetivos. Por un lado, haceros partícipes del encuentro navideño del pasado 29 de diciembre y de otro, generar en vosotros el “gusanillo” para que el año que viene la participación se multiplique. Ya os puedo anticipar que todos los presentes nos lo pasamos en grande y nos emplazamos para la próxima edición del encuentro.

El encuentro de este año tenía como lema “Villancicos de mi tierra” y era una invitación a que los grupos y comunidades de la parroquia se animaran a cantar villancicos de sus lugares de origen ataviados con motivos alusivos a los mismos.

Como muestra podéis ver la foto de los presentadores del evento que cantaron un villancico de Cantabria ataviados de esta guisa:

Como podéis suponer, se produjo cierta rechifla entre el numeroso público lo que no arredró a estos intrépidos presentadores que cantaron el primer villancico de la tarde como si la vida les fuera en ello.

Tras este pequeño calentamiento, fueron haciendo su aparición por la moqueta de la cripta todos los grupos que este año decidieron alegrarnos la Navidad con sus animados cánticos (he repensado mucho el adjetivo que debería de acompañar a cánticos y, la verdad, me he visto obligado a desestimar los de carácter musical tras la “animada” interpretación de los presentadores del evento).

El caso es que pudimos contar este año con la comunidad Tamar que interpretó dos villancicos, uno argentino y otro andaluz sin que pudiéramos contrastar en ningún momento el origen de esta diversidad. Su actuación fue memorable y según Ana, su directora musical, un hecho sin precedentes el decidirse a cantar uno de ellos “a capella”.  El público les premió con estruendosos aplausos en ambas interpretaciones.

Gracias Tamar, sois un ejemplo de participación, alegría y disponibilidad.

El coro de 12 se decantó por un repertorio multicultural con un villancico cubano y otro que, al ser cantado en latín, decidimos calificar con origen en la Roma clásica. La verdad es que estos chicos demostraron sus cualidades artísticas, aunque hemos de decir, sin ánimo de ensañarnos con nadie en particular, que la percusión “cojeó”. El percusionista alegó una reciente intervención de rodilla, pero estos reporteros no pudieron contrastar la información con el supuesto cirujano.

La pastoral juvenil se vio representada por dos animosos representantes, Jaime y Darlin que nos deleitaron con un villancico de Migueli titulado “El día que nació Jesús”. Fueron unos valientes ya que además de ser sólo dos personas no contaban con instrumentos de apoyo, sin embargo, no contaban con que el público asistente se uniría a ellos en el estribillo con inusitado entusiasmo. Gracias valientes.

La comunidad de Caná acompañada por instrumentos tradicionales, a saber, pandereta, almirez y botella de anís trató de entonar un villancico que se canta en Tamajón (Guadalajara). Sin ánimo de ser severos, pero con la responsabilidad de ser observadores neutrales, hemos de decir que si bien la calidad de la interpretación no estuvo a la altura de la puesta en escena, sin embargo el público se entregó de manera inaudita coreando uuuuuuuuhh, uuuuuuuuuhh con un entusiasmo impropio de personas serias y responsables.

El coro de 8 se decidió por un villancico peruano y otro andaluz. Sin menoscabo de la contrastada calidad musical de sus interpretaciones, lo más comentado fue el “trenecito” que se marcaron para finalizar la sesión cantando sin descanso eso de “Fuera las penas, viva la alegría, porque esta noche ha «parío» María”, y dale que te pego, por toda la cripta. Final apoteósico coreado por todos los asistentes.

Tras semejante “subidón” no quedó otro remedio que “improvisar” unidos todos los participantes y el público asistente, para entonar tres o cuatro villancicos de esos que no necesitan letra para ser cantados por todos los presentes.

Agotados tras tantas emociones nos dirigimos al salón de actos para degustar diversos dulces navideños y algo de beber para poder “pasarlos”.

No puedo finalizar mi artículo sin agradecer a todos los que han hecho posible Guadavisión 2017. Fue una tarde deliciosa de esas que te dejan el alma dispuesta a acoger.

Bienvenida, Patricia

Una vez más nos hacemos ECO de la incorporación de un nuevo miembro a nuestra comunidad de comunidades. En esta ocasión, se trata de Patricia Vicente, que ha venido a sustituir a Laura, y hacerse cargo de las mil y una labores administrativas que conlleva una parroquia.

Quedamos con ella una tarde, para charlar y que nos cuente un poco como ha llegado hasta aquí.

ECO: Patricia, ¿qué te hizo presentarte como candidata a este puesto de trabajo?

Patricia: Bueno, en primer lugar, me llamó la atención, y quise ver si era un entorno dinámico, donde poder hacer una gran variedad de tareas. Y bueno, las entrevistas fueron mostrándome que sí, que estaba en lo cierto.

ECO: Llevas tan solo dos meses, ¿qué es lo que más te ha llamado la atención?

Patricia: Sin duda, el buen ambiente que se respira entre todos los que pasan por esta entrada. Para mí, es muy importante trabajar en un entorno donde la gente se respeta y procura construir, en vez de, tratar de imponerse sobre los demás. En los meses que llevo, la impresión que he recibido es que la gente de Guadalupe es gente sana, positiva.

Mientras hablamos, distintas personas interrumpen nuestra conversación para preguntar a Patricia sobre salas o grupos de personas; también saludamos a Fernando que viene a darle unas papelitos para repartir en las misas del sábado y el domingo. Sin duda, es una tarde de gran actividad. Es un jueves cualquiera, y el hall está lleno de gente. Patricia no se muestra nerviosa y tras la interrupción continuamos nuestra conversación, distendidamente.

Patricia: Me he hecho una chuleta con todas las salas y dónde está cada cosa porque, como se puede ver, la afluencia de gente es continua y esto es tan grande que es fácil perderse u olvidarse. Por otro lado, en un día se dan un sinfín de situaciones. Me gusta esa variedad de retos.

Le ponemos en un aprieto y le preguntamos por el lema de este año, pero de nuevo Patricia responde correctamente; además, nos habla de la nueva web de la Parroquia: la ha visto y parece que le gusta. Solo hay algo que nos sorprende: no está inscrita todavía a esta publicación online. Habrá que resolver este tema.

Pero hay tiempo porque Patricia ha venido para quedarse.

¡Bienvenida!

Santo Domingo de la Calzada

Los cristianos somos gente curiosa. Adoramos a un Dios  que decimos que es Uno Solo, nos decimos seguidores de su Hijo, aquel que nos pidió que “fuéramos Uno como su Padre y Él son Uno”. Y no lo dijo así, de pasada, un día cualquiera. Aquella exhortación nos la dio precisamente en sus horas finales, en el que era el momento más crucial de su vida, cuando era ya consciente de que el sueño había terminado, de que no le quedaba mucho tiempo y que por lo tanto, apremiaba el dejarnos con los mensajes fundamentales de su magisterio.

El chabolismo es un fenómeno tan antiguo en Madrid como la propia ciudad. Desde los primeros años del siglo XX, en los albores del Madrid industrial, aparecen al mismo tiempo las chabolas: Vallehermoso, Hernani, Prosperidad, Elipa… La gente pobre del campo que empieza a llegar a Madrid en busca de un trabajo, de una vida para ellos y sus hijos. Y con ellos crecían también sus casas, construidas en una sola noche. En el Pozo del Tío Raimundo o en Palomeras, contaban los vecinos que si eras capaz, en los años sesenta, de construir la chabola (y cubrirla) en una sola noche, la policía ni te echaba ni te la tiraba abajo. Llegaban las familias a la tarde, extenuadas del viaje, y estaban ya de inmediato levantando su casa, con ladrillos, con cartones, con maderas. Los vecinos ayudaban, pocos soportaban la tensión de ver acercarse el amanecer y no haber  terminado aún.  El Bronx de Manoteras, Pitis, El Salobral, La Ventilla, Los Focos de San Blas, La Rosilla, La Celsa, Las Barranquillas, el Gallinero y la Cañada Real… Madrid, como toda gran metrópoli, cumplió con la norma que, por alguna extraña razón, hace que siempre, siempre, existan apenas a unos metros de los rascacielos y los barrios elegantes, decenas de miles de personas que tratan de sobrevivir en las condiciones más ínfimas posibles: barro, ratas, basura, droga, violencia, abandono… Río, Buenos Aires, Calcuta, Nairobi, Asunción, Johannesburgo… Según ONU Hábitat, más de la mitad de la población urbana de África vive en asentamientos irregulares; dicho de otro modo, en megaciudades de chabolas. En Latinoamérica, una de cada cinco personas, vive en una chabola, también según la ONU. Se calcula que sólo en el barrio de Casilino-900 viven más de 200.000 gitanos rumanos, compartiendo miseria y suciedad con personas procedentes de Latinoamérica, Ucrania o Polonia… apenas a pocos kilómetros del Vaticano.

“Padre, que sean Uno, como Tú y yo somos Uno”.

Interesante. Llevamos escuchando estas palabras, ¿cuánto? ¿Veinte siglos? Ser Uno. Si Yo soy Uno con Dios, si Dios es Uno conmigo, si Tú eres Uno con Dios y Dios es Uno contigo, entonces Tú y yo somos también Uno. Una sola cosa, una sola persona… No sabría cómo decirlo, no soy teólogo, se me escapan las sutilezas de tanto estudio y tanto dogma. Pero hay algo que sí entiendo: que Tú y Yo, hermano, somos Uno. Pero que veinte siglos de repetirnos lo mismo no han sido suficientes para que Tú sigas viviendo en la miseria de un barrio chabolista.

Todas las ONGs para el Desarrollo, todas las Agencias Gubernamentales y Multiestatales que se ocupan del fenómeno del chabolismo coinciden en señalar que, lejos de disminuir, el fenómeno de las chabolas, favelas, villas miseria… aumenta. Y aumenta cada vez más rápido. Y aumenta en función del rápido crecimiento de la desigualdad en todas las ciudades, en todos los países, en todos los continentes. Dentro de sólo treinta años, en 2050, el 70% de la población del planeta será urbana; ¿cuántos de ese 70% vivirán/viviremos en condiciones dignas y cuántos, no?

Los cristianos llevamos, pues, casi dos mil años repitiéndonos las palabras de Cristo (el Ungido, el Lleno de Gracia, El Profeta de Dios, El Purificado, el Universal, el Definitivo, el Único… sólo según algunas de las acepciones que he ido encontrándome). Países como Brasil, Argentina, España, Paraguay, Italia, Sudáfrica, o Kenia –con el 80% de su población-, se definen como cristianos. Unos más y otro menos, unos desde hace milenios, otros desde más recientemente, unos más o menos vertebrados alrededor de otras espiritualidades más ancestrales… pero todos nos decimos mayoritariamente cristianos. Es decir, muchos años, muchas personas, proclamando solemnemente “Padre, que sean Uno como Tú y Yo somos Uno”. ¿Y en todo ese tiempo, qué? ¿Somos Uno, nos sentimos Uno, frente a Desigualdad?

La Desigualdad crea pobres. Jesús contrapone la Unidad a la Pobreza. La Unidad contra el Capitalismo Salvaje y Desbocado de finales del siglo XX y principios del XXI. Si en realidad fuéramos todos Uno…

Sois muchos los que a lo largo de los años, llevados por un sincero compromiso, habéis tenido ocasión de conocer lugares como Los Olivos, el Pozo, la Celsa, la Ventilla o las Barranquillas. Plan Urbanístico tras Plan Urbanístico, el Ayuntamiento de turno, las constructoras, las promotoras de negocios, las instituciones financieras de turno, han ido eliminando todos aquellos núcleos para transformarlos en nuevos barrios de viviendas para clase media, o clases más que medias (Los Olivos es ahora parte de La Moraleja). ¿Quiere decir que Madrid ha erradicado, o se encuentra en proceso de erradicar, el chabolismo? Por supuesto que no. Década tras década, seguirán apareciendo nombres nuevos, ubicaciones cada vez mayores, probablemente extendiéndose, como en el caso de la Cañada Real, a lo largo de varios términos municipales. Pero eso desde luego no quiere decir, en modo alguno, que el chabolismo se encuentre en recesión. Ni en Madrid, ni en Europa, ni en ningún lugar del mundo. Y con el chabolismo, la droga.

Cuando cerraron la Celsa o Pan Bendito, no tardó mucho en empezar a escucharse de Las Barranquillas, de la Rosilla, de las llamadas kundas, aquellos viajes suicidas a por droga, al nuevo poblado donde se habían instalado los entonces clanes. Clanes que se transforman, o  son directamente sustituidos por otros más jóvenes y ambiciosos, pero que nunca dejarán de estar ahí. El año 2016 se estimaban en 12.000 dosis diarias de droga, las que se venden en la Cañada Real y el Gallinero.

Los barrios chabolistas concentran no sólo la miseria originaria de las familias que siguen llegando a las grandes ciudades a vivir de aquello de lo que a éstas les sobra (basura, residuos, papel, cobre, …); sino que en los últimos cincuenta años se han convertido en verdaderos mega-espacios de compra y venta de muerte, de verdadero infierno, enfermedad y desolación.

Desaparecerá la Cañada y desaparecerá el Gallinero. Harán casas y nuevas urbanizaciones. Y surgirán nuevos barrios chabolistas. Tal vez algo más allá de los límites urbanos, tal vez no, tal vez dentro de la misma ciudad, como ya sucede en las megalópolis latinoamericanas. Existen ya asentamientos de familias rumanas en Legazpi, en Chamartín… aprovechando descampados que aún no han sido urbanizados, o como en el caso del Gallinero, espacios muertos entre vías rápidas o autopistas -cuyo cruce no es extraño que produzca decenas de muertes al año-.

Cabe preguntarse si, dos mil años después de que Jesús pronunciara aquellas palabras urgentes y necesarias de su última hora, los cristianos somos, o al menos queremos ser, realmente Uno.

La Cañada es un espacio silencioso. Por las mañanas, un domingo al mes, algunos hermanos de nuestra comunidad parroquial toman sus coches y, en un muy breve trayecto, aparcan frente a Santo Domingo de la Calzada, la parroquia que desde los años sesenta se ha convertido en lo que verdaderamente significa ser “Casa de Dios”. Abrazo, acogida, lugar de descanso, lugar de sanación, de recuperación de la Dignidad. Lugar de Unidad.

No, este artículo no pretende que nadie se sienta culpable de nada. El mundo en que vivimos se mueve en torno a claves y mecanismos complejos y en muchos casos, difíciles de cambiar. Pero también es cierto que este artículo no se ha escrito tampoco con la intención de exculparnos  a ninguno, a mí, el que lo escribe, el primero. Ser Uno como Tú y Yo somos Uno es, en lugares como Santo Domingo de la Calzada, no sólo una frase que se pronuncia en solemnidades cada cierto tiempo, es la Realidad abierta al Amor Infinito de Dios. En La Cañada, en el Gallinero, como a lo largo de tantos años en otros infiernos apenas a unos metros de nuestras casas, han sido también miles las personas que sí creyeron lo que Jesús nos viene diciendo a lo largo de la Historia desde aquella la que fue su Última Cena.

No es pues sólo una cuestión de culparse, sino de pensar con vocación crítica, de esperar con la seguridad de que Dios está de nuestro lado, y de que no podemos servir a dos señores al mismo tiempo.

La Cañada, como hace años Palomeras, La Celsa o Los Olivos, es lugar de muerte, pero sobre todo, es Signo Real de Cristo Resucitado.

El lugar donde muchos trabajan para ser Uno con los que allí viven y mueren.

Carlos Santa María

Grupo de Acción Social